La 69ª edición del Festival de la Canción de Eurovisión concluyó con un resultado decepcionante para España, que terminó en el puesto 24 de la clasificación. Melody, la representante española, recibió únicamente 10 puntos del televoto europeo y solo cinco países otorgaron puntos a su actuación, un resultado que muchos consideran injusto dado el nivel mostrado por la artista en el escenario.
La controversia política que marcó la participación española
El decepcionante resultado de España parece estar directamente relacionado con una serie de tensiones políticas que precedieron a la final del certamen. Horas antes de la emisión, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) envió una carta a Ana María Bordás, jefa de la delegación española, en la que advertía de posibles «sanciones punitivas» si los comentaristas españoles, Tony Aguilar y Julia Valera, volvían a hacer referencia a las víctimas palestinas durante la presentación de la candidatura israelí.
Esta amenaza surgió después de que los comentaristas españoles, durante la segunda semifinal, mencionaran que la cantante israelí Yuval Raphael sobrevivió a los atentados del 7 de octubre de 2024 y que la guerra en Gaza ha dejado más de 50.000 palestinos muertos. La UER argumentó que «las cifras de víctimas no tienen cabida en un programa de entretenimiento apolítico», una afirmación que ha generado gran controversia.
La respuesta de RTVE y sus consecuencias
RTVE decidió responder a esta amenaza colocando un rótulo al inicio de la retransmisión con el mensaje: «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina», en español e inglés. El Consejo de Informativos de la cadena pública también defendió la libertad de expresión de sus comentaristas.

Esta toma de posición parece haber tenido un impacto directo en la votación. Mientras Israel logró la segunda posición gracias principalmente al apoyo del televoto, estando a punto de ganar el festival, España quedó relegada a un puesto muy inferior al que la calidad de la actuación de Melody merecía.
El impacto en Melody
La gran perjudicada de esta situación fue, sin duda, Melody. Su actuación fue técnicamente impecable y de alta calidad, pero quedó ensombrecida por las tensiones políticas entre la UER, RTVE y el contexto internacional. La artista española se convirtió involuntariamente en el centro de una controversia diplomática que trascendió lo puramente musical.
Un festival ¿apolítico?
El resultado de Eurovisión 2025 ha puesto en evidencia, una vez más, que el festival está lejos de ser un evento apolítico como pretende la UER. Las tensiones geopolíticas, las alianzas entre países y los conflictos internacionales siguen teniendo un peso significativo en las votaciones.
El contraste entre el segundo puesto de Israel y el vigésimo cuarto de España plantea interrogantes sobre la neutralidad del certamen y sobre si realmente se valora el talento musical por encima de otras consideraciones.

¿Qué futuro para España en Eurovisión?
El resultado de Melody reaviva el debate sobre la participación de España en futuras ediciones del festival. Aunque el certamen sigue siendo una importante plataforma de promoción para los artistas, experiencias como la de este año cuestionan el coste emocional y la exposición a juicios que parecen estar influenciados por factores ajenos a la música.
El caso de Eurovisión 2025 quedará como ejemplo de cómo las tensiones políticas pueden eclipsar el verdadero espíritu de un festival que, en teoría, debería celebrar la diversidad cultural y musical de Europa.