Estos días hemos celebrado el décimo aniversario de la coronación de Felipe VI. El año que viene celebraremos el quincuagésimo aniversario del inicio de nuestra monarquía parlamentaria (aunque oficialmente nació con la Constitución de 1978). Quizás sea una buena ocasión para recodarles algunos datos de primero de carrera a algunos políticos y politólogos profesionales y aficionados.
Contrariamente a lo que pretenden muchos, república no es sinónimo ni de democracia, ni de libertad, ni de modernidad. De la misma manera que monarquía no es sinónimo ni de dictadura, ni de tiranía, ni de obsolescencia. Una república, igual que una monarquía, no es más que un sistema, un envoltorio o un cajón de sastre que puede contener cualquier cosa.
Repúblicas las hay presidencialistas cómo la francesa, parlamentarias cómo la italiana, democráticas cómo las europea, “democráticas” como la antigua RDA, populares cómo la china o las soviéticas. Las hay que garantizan la libertad del ciudadano cómo la de EEUU. Las hay dictatoriales cómo la de Chile con Pinochet. Las hay Orwelianas cómo la URSS. Las hay genocidas como Kampuchea. Las hay bolivarianas cómo Venezuela. Las hay tiránicas cómo Cuba.
Monarquías las hay parlamentarias y democráticas cómo la española y todas las europeas. Las hay tiránicas cómo la de Arabia Saudí. Las hay “ubuescas” cómo la de Bokassa.
Aprovechando la celebración de nuestra monarquía han vuelto a salir a la palestra los sospechosos habituales con sus argumentos de siempre contra el sistema político que nos ha dado el periodo de estabilidad y prosperidad más largo de nuestra historia. La monarquía nos cuesta una pasta nos dicen los adictos al falcon. Cómo si las elecciones presidenciales en Francia o EEUU fueran baratas. La monarquía es corrupta, nos dicen los del partido de Tito Berni, Ábalos, Begoña, los EREs, Juan Guerra, Roldán y demás Koldos. La monarquía es antidemocrática, nos dicen aquellos que se apoyan en los amigos de la ETA. La monarquía es opresora, nos dicen aquellos que quieren expulsar de su tierra a los no afines a sus sueños independentistas.
Todos esos son republicanos. ¿Republicanos de la República de los Estados Unidos de América? Más bien republicanos de Honecker o de Maduro.
Pero no solo están los zurdos, cómo se les llama ahora. También tienen cosas que decir los patriotas. Según los seguidores de los gemelos Don Pelayo, el Rey debería oponerse al Gobierno. Si no lo hace es porque es un vendido o, sobre todo, porque no tiene bemoles. Es que para los patriotas los bemoles son muy importantes. Más incluso que la materia gris, que es un poco amariconada. Nos proponen los patriotas que, para combatir el golpe de estado sanchista, lo que hace falta es un golpe de estado del Rey. Ya sé que no es fácil de entender, pero si el Rey se salta la Constitución entonces se pone a la altura de los golpistas de enfrente y refuerza sus argumentos. ¡Lo que es predicar en el desierto, oye!
Si los zurdos buscan a un rey Sihanouk, cómplice de los jemeres rojos, los patriotas buscan a un Víctor Manuel III cómplice de Mussolini.
Y, entre estas dos bandas, mantienen el tipo el Rey, la Reina y la Princesa de Asturias, la esperanza de los que amamos la libertad, el progreso, la prosperidad y la modernidad.
Ánimo, aguante muchos años más, Señor.
El Circo Continúa…
José Luis Vilallonga
@JoseVilallonga